¿Ha vivido alguna vez la profunda experiencia de romper consigo mismo? Es un concepto que se adentra en el momento de la transformación personal y el autodescubrimiento. Como humanos, estamos cambiando constantemente, y parte de esa evolución a menudo implica deshacernos de algunas viejas versiones de nosotros mismos para hacer sitio a otras nuevas. Así es como crecemos. Es un viaje que requiere mucho valor y fuerza para superar el miedo al cambio, pero ¿qué significa realmente romper con uno mismo? En realidad, no. Imagínatelo como una ruptura simbólica con las limitaciones, los miedos y las barreras creadas por ti mismo que te han frenado. Se trata de dejar ir los viejos principios y reglas que ya no encajan en tu vida y entrar en un mundo nuevo, lleno de posibilidades. En las páginas de mi libro, El juego del amor, he intentado por todos los medios captar este momento y describir la transformación emocional de Isabelle. Lo he hecho con cruda honestidad, exponiendo su vulnerabilidad. Voy a compartir este momento contigo. Deja que te conviertas en Isabelle por un momento y que sientas como ella. Espero que estés preparado para esto.
Había una regla que nunca había roto en su vida: «Nunca confíes en un hombre. Jamás». No importa lo que hagan o digan,
Los hombres no son de fiar. Puedes amarlos, odiarlos o jugar a
con ellos, pero nunca les confíes tu vida ni tu futuro. TPuede que a veces te ayude, y pensarás que sí. «Oh, hay una buena!» ¡¡¡Error!!! Sólo estaba de buen humor.
Mientras tomaban sus martinis, los médicos comentaron los acontecimientos del día y todos elogiaron a Isabelle por su habilidad para aprender tan rápido y por el esfuerzo que había dedicado a su tarea. Sonreía y asentía con la cabeza, pero las palabras sólo pasaban por ella.
cerebro, sin parar. Su mente seguía ahí fuera, en las calles de Manhattan con Nicholas Walters.
La velada resultó muy agradable, y como Isabelle volvía a ser la única mujer en la mesa, disfrutó de su admiración. Le encantaba ser el centro de atención. ¡Incluso se olvidó de Nick! ¡Todo fue genial! Su futuro parecía ponerse muy brillante si sólo uno de estos hombres cumplía sus promesas. Había una regla que nunca había roto en su vida: «Nunca confíes en un hombre. Jamás». Isabelle se reía de sus bromas y los médicos le hacían cumplidos, uno tras otro. Y de repente, algo sucedió. Se sentó en su silla y miró a su alrededor. El restaurante estaba lleno de gente. Los camareros corrían entre las mesas, tomando pedidos o trayendo comida. Todo el mundo hablaba. Podía oír a la gente de la mesa de al lado hablando de sus vacaciones y a las mujeres riéndose. Todo el mundo parecía estar contento. Miró a los cuatro hombres de su mesa. También sonreían. Todos ellos parecen guapos y con éxito. Era joven, estaba en el mejor momento de sus vidas y tenía el honor de ser el centro de su atención. Estaba sentada allí, en medio de todo. Charles Parrish y Grant Hamilton acababan de ofrecerle un trabajo por el que cualquiera mataría, y de repente sintió ese agudo apretón en el corazón; le dolía el estómago y tenía la garganta seca. Algo iba mal y, en algún lugar de su mente, había una pregunta. Buscó desesperadamente una respuesta.
«¿Qué demonios estoy haciendo aquí?», se preguntó y se quedó paralizada. Ella no quería estar allí. ¡No! ¡En absoluto! Quería estar con Nicholas Walters en su apartamento de un dormitorio, tumbada en su sofá y en sus brazos, sintiéndolos envolverla. Así de simple. Ella no quería esto.
Ella quería eso. Y entonces se dio cuenta.
«Estoy enamorado.»
Cerró los ojos y rezó a Dios para que la ayudara. Sabía que el amor era el mayor poder de este mundo. Cualquiera que haya sentido ese poder se ha entregado a él. Nadie puede vencer al amor. Ni un solo ser humano.
«Estoy enamorada», susurró para sí misma, y se levantó de la mesa. «¿Me disculpan un momento, caballeros?», dijo y se marchó. Isabelle caminaba nerviosa calle arriba y calle abajo con el móvil en una mano y los cigarrillos en la otra. ¿Qué debía hacer ahora? Sólo podía pensar en una cosa: llamar a Nick y contarle cómo se sentía, pero eso no era lo que hacían normalmente las mujeres, ¿verdad?
Nunca había estado enamorada, así que no sabía cómo manejar bien las cosas en una situación así. Ella había sido
con muchos hombres, había salido con la mayoría de ellos, y siempre conseguía lo que quería de ellos, pero eso era otra cosa.
No era amor. Para ella era un juego de amor, y era la mejor jugadora. Conocía las reglas y siempre tenía el control. Entonces, ¿qué se suponía que tenía que hacer ahora? No tenía ni idea.
Espero que te haya gustado leer esto y que hayas sentido el dilema en las emociones de Isabelle: la confusión y el miedo que siente. Está a punto de perder el control de sus propias emociones y de entrar en un mundo completamente nuevo para ella. Está asustada, pero al mismo tiempo emocionada y curiosa. No se da la vuelta e intenta huir. No, está preparada para el nuevo reto, pero para ello necesita romper con su antiguo yo y conocer a la nueva Isabelle. La que está enamorada… ¡y el amor tiene sus propias reglas!
Gracias a todos por acompañarme hoy, y no olvidéis compartir conmigo vuestras opiniones y comentarios. Me encanta leer lo que pensáis y estaré encantada de responder a vuestras preguntas.
Con amor, Mara Jane