Hola de nuevo, mis queridos lectores, y gracias por acompañarme hoy en un tema bastante picante. ¡Hablemos de sexo! Ya hemos hablado de todos los demás temas que lo rodean… así que en el blog de hoy, me gustaría adentrarme en el vaporoso y palpitante calor entre Nick e Isabelle y sumergirme en la ardiente pasión que hay entre ellos. Como autor, describir estos momentos de intimidad puede ser estimulante y desafiante a la vez. Intentaré hacerlo lo mejor posible, así que espero que puedas percibir los sentimientos y las emociones por ti mismo. A través de un ritmo y una puesta en escena cuidadosos, intentaré captar las emociones crudas y la tensión eléctrica que definen este momento sexual, resaltando los matices del deseo y la vulnerabilidad que hacen que su relación sea única. Prepárate para sentir el calor…
Estaban en un club nocturno, en algún lugar de Manhattan. No tenía ni idea de dónde exactamente. Todo nadaba a su alrededor. Ella le miró y se apretó contra su cuerpo. Sus brazos la rodearon.
«Te quiero», dijo ella, con el cuerpo tembloroso.
Tiró de ella con más fuerza y empezó a besarla suavemente. «Yo también te quiero cariño… yo también te quiero». La cogió de la mano y huyeron del club, subieron a la limusina y pidieron al conductor que los llevara a casa.
Nick se sentía colocadísimo. Miró a Isabelle. Joder, era tan sexy y parecía tan vulnerable. Vio que el conductor de la limusina los miraba por el retrovisor. La idea de que él los observara excitaba aún más a Nick. Se volvió hacia Isabelle y la besó suavemente. Su cuerpo respondió enseguida a sus caricias. Deslizó la mano por debajo de la blusa y empezó a acariciarle suavemente el pecho, hasta que ella empezó a gemir y arqueó el cuerpo. Dios, se veía tan sexy. Le bajó la blusa y le besó los pezones. Al instante se pusieron duros y él supo que ella estaba cachonda y lo deseaba… el conductor siguió mirándolos por el retrovisor.
«¿Te gusta?» le preguntó Nick.
«Sí. Ah… no señor. Lo siento, señor».
«¿Así que no quieres tocarla?»
«No señor.» El conductor apartó la mirada, avergonzado.
Isabelle abrió los ojos sobresaltada. ¿Qué demonios estaba pasando? ¡Vaya! Sintió que algo iba mal. Miró a Nick y volvió a subirse el top.
«¿Estás loco?», preguntó.
«Eres mía, nena. Soy tuyo, y esto es todo lo que importa». Siguió jugando con ella.
«Nick, para…»
Volvió a bajarle la blusa y esta vez le apretó el pezón con más fuerza. El conductor, todavía mirando.
«Eres hermoso bebé. ¿Se siente bien?» Le aplastó aún más el pezón y le mordió suavemente el cuello. «Sabe… Srta. Lucardi… está usted muy sexy. ¿Esto está bien, o quiere que pare?» Se inclinó hacia delante y la besó, mientras le abría suavemente las piernas.
«Nick…no…para…»
Le apartó las bragas y le metió los dedos en el coño. Estaba empapado. Le abrió el coño un poco más y llegó hasta su clítoris. Isabelle se había ido. Ahora tenía un control total sobre ella y lo sabía. Lo disfrutó. Miró por el retrovisor y vio los ojos del conductor. Joder, se sentía colocado y cachondo. Estaba tan excitado que apenas podía evitar correrse… pero iba a hacer que ella se corriera. Ella era suya. Isabelle Lucardi le pertenecía… Nicholas Walters. Ella se lo pedía y le rogaba que se lo diera. Desesperado por la dulce liberación y la alegría del clímax.
«Dime que eres mía, Isabelle. ¿Eres mía?»
«Sí, Nick.»
«Muéstrame que eres mía. Entrégate a mí. Dame todo lo que tienes. ¡Ahora!»
«Nick, no. Por favor…»
«Déjate llevar. Ven por mí, nena». Le metió dos dedos y ella gritó con fuerza. «Silencio, cariño.» reprendió Nick.
Encontró su clítoris y empezó a jugar con él. Lo llamó por su nombre en voz alta y explotó en su mano. No pudo resistir más el deseo y la tensión. Se corrió allí mismo, en el asiento trasero de la limusina, con el conductor mirándola por el retrovisor.
El coche se detuvo delante del edificio y se bajaron. Nick le hizo el amor apasionadamente aquella noche en el
apartamento. Ella se lo dio todo y respondió a cada caricia y a cada beso. Fue mágico… ¡fue amor!
Así que esto era todo por hoy. Espero que te haya gustado, y recuerda… El amor y el deseo son una danza, un delicado equilibrio de confianza, vulnerabilidad y pasión. Hasta la próxima, que tu propia historia de amor sea tan electrizante como la de Nick e Isabelle. No olvides dejar tus comentarios y compartir tus ideas conmigo.
Amor Mara Jane